A medida que avanzamos en la vida, es natural que nuestro mundo parezca encogerse, a menos que encontremos formas de mantenernos mentalmente ocupados. Priorizar nuestra salud mental y cultivar un sentido de pertenencia a una comunidad se vuelve esencial en la etapa del envejecimiento. En mis años dorados, el autocuidado, especialmente en lo que respecta a mi salud mental, ocupa un lugar central en mi vida diaria.

Comienzo cada día con oración y meditación, seguido de la expresión de gratitud en mi diario. Al concentrarme en lo positivo, planifico mi día para incluir momentos de conexión con seres queridos y actividades que fomentan mi bienestar. Cuando la soledad o la melancolía se presentan, busco el apoyo de alguien que me escuche con empatía o me sumerjo en actividades que alegran mi corazón.

Encontrar un propósito, aprender algo nuevo y salir de nuestra zona de confort son elementos clave para el bienestar. Afrontar los desafíos del envejecimiento requiere un plan de salud mental, que puede incluir conversaciones con amigos, peticiones de oración o incluso la ayuda de un terapeuta.

La práctica de la meditación y la atención plena me permite ser consciente de los pensamientos que dirijo hacia mí misma. Cuando me doy cuenta de que estoy pensando en cosas que no son beneficiosas para mi bienestar, les niego el poder sobre mí. En cambio, me concentro en afirmaciones que son verdaderas. Respirar conscientemente varias veces mientras me centro en mi interior, calma y armoniza mi espíritu, mi mente y mi cuerpo.

«Al reconocer que el envejecimiento es parte de la vida, priorizo mi bienestar cultivando mi mente y participando en una comunidad espiritual y dedicándome a actividades que me apasionan».

Parte de una comunidad

Formar parte de una comunidad espiritual es el mayor regalo de mi vida. Allí me relaciono con personas de ideas afines y participo en actividades creativas. Pertenezco a un club de lectura. Leer es una de las formas de mantener la mente activa. También me gusta jugar al Sudoku y a juegos de palabras. Los crucigramas son otra forma de mantener el cerebro ocupado.

Hace poco me apunté a una clase de arte en mi comunidad. Siempre me han gustado las actividades creativas, y pintar con un grupo es aún más agradable. Camino 30 minutos al día. Lo hago con consciencia, sintiendo curiosidad y asombro por el momento presente. Voy al gimnasio tres veces por semana y allí he conocido y he hecho nuevos amigos. Para mí es importante relacionarme con mis vecinos semanalmente.

Conectar con personas más jóvenes me aporta vitalidad y alegría, y aprendo cosas nuevas. Una de las cosas que me estresa y frustra es cuando me enfrento a desafíos tecnológicos. Tener a alguien con quien pueda contar para que me ayude y me enseñe es fundamental para mi bienestar.

Tengo una amiga a la que admiro que tiene más de 90 años y sigue siendo activa y participando plenamente en su comunidad. Su fe es firme y dedica su tiempo a las cosas que le gustan. Es una ávida lectora a la que le encanta la música y salir a pasear. Le pregunté cuál era su secreto para envejecer tan bien, y me dijo que pertenecer a una comunidad y mantener una fe fuerte la mantienen en pie. Saco tiempo para escucharla y aprender de su sabiduría.

Al reconocer que el envejecimiento es parte de la vida, priorizo mi bienestar cultivando mi mente y participando en una comunidad espiritual y dedicándome a actividades que me apasionan. Empiezo el día orando, escuchando a mi corazón y recordándome a mí misma que mi mayor propósito es conocer mi unicidad con Dios. Me propongo estar en contacto con mis seres queridos todos los días y planeo actividades divertidas. Me recuerdo que debo seguir esforzándome y aprendiendo cosas nuevas. La vida es un regalo. Cuento mis bendiciones y comparto mis dones con todos los que conozco.

Pasos para cuidar mi salud mental:

  • Fortalecer mi fe mediante la oración diaria, contar con un compañero de oración y ser parte de una comunidad espiritual.
  • Mantener mi mente activa mediante el aprendizaje continuo, la lectura diaria, la redacción de un diario y la disposición para explorar más allá de mi zona de confort.
  • Permanecer activo con paseos diarios, práctica de yoga u otras formas de ejercicio que sean beneficiosos para la salud.
  • Conectar con seres queridos, amigos o vecinos. Socializar y fortalecer las relaciones cercanas.

Oración

Con un corazón agradecido, inicio cada día. Dedico tiempo en el Silencio escuchando la guía divina. Hoy entrego todas mis cargas a Dios. Abro mi corazón a la presencia amorosa divina, permitiendo que me guíe cada instante de mi vida. El amor divino allana el camino hacia mi bien, y me embarco llevando una luz radiante para conectarme con mis seres queridos y participar en actividades que fomentan mi bienestar. Cuento mis bendiciones, mantengo mi mente ocupada y me brindo el máximo cuidado.


Este artículo apareció en el folleto Forjando vínculos de comunidad durante el envejecimiento.

Acerca del autor

La Rev. Elizabeth Longo es coach y consultora ministerial en el sur de Florida.

Rev. Elizabeth Longo

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