¿Cuántas veces has luchado con un problema sin encontrar una salida? Tal vez hayas intentado varias soluciones, pero ninguna ha funcionado. Posiblemente despotricaste contra la injusticia de una situación o te preocupaste de que si lo que estabas viviendo mejoraría algún día. En esos momentos, después de agotar todas las opciones, lo único que quedaba por hacer era dejar ir la situación y dejar a Dios actuar.

Es tan reconfortante entregar las preocupaciones de nuestro corazón al cuidado de Dios. Nuestras luchas son más llevaderas cuando confiamos en que hay un poder más allá de nosotros que reconoce nuestros mejores esfuerzos y perdona los peores, y se asegura de que tenemos lo que merecemos y nos ayuda a conseguirlo.

Sin embargo, a medida que crecemos espiritualmente, surge en nosotros una nueva conciencia. Llegamos a entender a Dios como la única presencia y el único poder en el universo. Nos llegamos a conocer como individuaciones de la Divinidad, que expresan de forma única la presencia y el poder de Dios como solo nosotros podemos hacerlo. Dios es principio, la presencia que nos rodea, pero también es el poder que está dentro de nosotros.

Con esta comprensión, la idea de dejar ir y dejar a Dios actuar adquiere una dimensión nueva y más profunda. Aunque somos plenamente humanos, también somos plenamente divinos. Podemos responder a las circunstancias del mundo desde nuestra humanidad o desde nuestra divinidad. Dejar ir y dejar a Dios actuar significa realmente ceder nuestros esfuerzos humanos —nuestra voluntad y preferencias, nuestra lucha y esfuerzos— a la Divinidad interior. Cuando hacemos esto, disponemos de un nuevo mundo de posibilidades y potenciales porque hemos alineado nuestro pensamiento con la mente divina y nuestros sentimientos con el amor divino.

Y qué maravillosos resultados pueden surgir de la comprensión de esta distinción. Entregar nuestros esfuerzos humanos al cuidado y custodia de la Divinidad interior alivia la ira, la preocupación y la ansiedad. Una vez relajados, podemos sentir mejor la presencia de lo Divino y la sabiduría de la guía interior y la intuición. A partir de ahí, se presentan nuevas oportunidades, abundan las sincronicidades y aquello que parecía tan difícil o incluso imposible se resuelve sin problema.

A medida que crecemos espiritualmente, surge en nosotros una nueva conciencia. Llegamos a entender a Dios como la única presencia y el único poder en el universo. Nos llegamos a conocer como individuaciones de la Divinidad, que expresan de forma única la presencia y el poder de Dios como solo nosotros podemos hacerlo.

La Cuaresma es el momento perfecto

No hay mejor momento que la Cuaresma para desprendernos de aquello a lo que nos aferramos. Este proceso de liberación nos prepara para la gloriosa resurrección de la Pascua. Pero una vez que la liberación se ha hecho, una vez que el Cristo en ti ha resucitado, seguirás adelante con una preciada comprensión del poder de dejar ir y dejar a Dios actuar; es decir, que este acto de entrega espiritual es en realidad un acto de empoderamiento.

Puede haber sido tentador pensar que dejar ir y dejar a Dios actuar es darse por vencido y esperar que pase lo mejor. En realidad, es un acto supremo de fe, un reconocimiento de que la vida continúa más allá de esta existencia terrenal y de que las circunstancias siempre cambian. Comprender esta verdad nos da autonomía y libertad, permitiéndonos elegir cómo enfrentar la vida.

Podemos descubrir este poder transformador en la historia de la Pascua. Al dejar ir cualquier cosa, desde las pequeñas molestias hasta nuestra propia existencia, depositamos nuestra confianza en que la vida seguirá su curso. Sobreviviremos. El triunfo de Jesús es, de hecho, el nuestro. Cuando Jesús exclamó en su último suspiro: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” (Lucas 23:46), estaba desprendiéndose de su vida terrenal con la certeza de que tendría vida eterna.

Esa certeza puede ser tuya. Dejar ir y dejar a Dios actuar significa renunciar a la lucha, abrazar la aceptación en lugar de la resistencia, y encontrar tranquilidad en vez de ansiedad. Significa reconocer que Dios está contigo y dentro de ti cada día de tu vida.


Este artículo apareció por primera vez en el folleto de Unity 40 días para dejar ir y dejar a Dios actuar.

Acerca del autor

La Rev. Teresa Burton es la editora de Daily Word®. Es una oradora dinámica y escritora inspiradora, ella hace que las enseñanzas de Unity sean fáciles de entender y divertidas de aprender. Antes de responder al llamado al ministerio, trabajó como editora durante más de 25 años en varios puestos en publicaciones impresas y digitales.

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