Todos tenemos un aspecto favorito de la temporada navideña, algo que esperamos con anhelo.

Para algunos, puede ser el clima más frío y la nieve. Para otros, podría ser decorar y adornar el árbol de Navidad.

Para mí, es hornear y regalar galletas y otros dulces. Horneo una porción de galletas la mayoría de los días de diciembre para compartir con amigos y vecinos, y también las envío a seres queridos que viven lejos.

A lo largo de los años, me han dicho, una y otra vez, que mis galletas tienen algo especial. Los agradecidos destinatarios me piden “el secreto”. Siempre respondo que no es nada especial. Solo uso la receta que viene en la parte de atrás de la bolsa de chispas de chocolate. “No puede ser”, dicen.

Al recordar las Navidades pasadas, pienso en los platos familiares que hicieron que las fiestas fueran especiales para mí. Mis favoritos eran el jamón horneado de mi madre y el dulce de maní de mi tía favorita. Los esperaba con anhelo cada año.

Después de que crecí, les pedí las recetas para prepararlas yo misma. Usé los ingredientes correctos. Seguí las instrucciones. Pero me sentí decepcionada después de cada intento porque yo sentía que les faltaba algo. Simplemente no sabían igual.

El ingrediente secreto

Tal vez te destaques por algo especial que haces cotidianamente o que realizas durante la Navidad. Puede que año tras año te digan que nadie hace algo como lo haces tú: como cocinas, como decoras, como organizas, hay algo especial en la forma en que lo haces. Y probablemente ya sepas de qué se trata.

Cuando creas o haces algo con el espíritu de compartir, tu intención da color a tus esfuerzos y los eleva. Realmente, no se trata de platos suntuosos, decoraciones o celebraciones. Tiene que ver con la energía y el cariño que compartimos cuando nos ofrecemos con amor.

La Navidad es el momento perfecto para traer este amor a la delantera de nuestra conciencia. La temporada navideña nos inspira a dar y recibir. Vemos por doquier indicios de que la Navidad se acerca. La música, las luces, los adornos, así como el viaje espiritual del Adviento, todo esto ayuda a centrar nuestra atención en las celebraciones y en sustentar nuestra energía generosa.

Después de que la Navidad pasa, celebramos el Año Nuevo y llegan los Reyes Magos, guardamos una vez más las decoraciones festivas. Pero el amor puede mantenerse vivo todo el año. La atención y la intención que hacen que la Navidad sea especial no tienen por qué desaparecer. Y ni siquiera se requieren recetas, canciones o decoraciones especiales.

Este año, cuando saques las decoraciones y utilices las recetas que se han compartido en tu familia de generación en generación, estarás respondiendo al llamado de expresar tu amor, de compartir quien eres, de contribuir de la manera que solo tú puedes.

Recuerda que no necesitas días de fiesta o una ocasión especial para hacerlo.

No importa la razón o la época del año, el mundo necesita de tu amor y cuidado de la manera única que sólo tú puedes darlos.

Bendiciones,
Teresa
Rev. Teresa Burton, Editora de Daily Word

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