Crecemos en un mundo en el que el trauma, el drama y la violencia suelen estar normalizados, hasta el punto de que la mayoría de nosotros nunca nos damos cuenta del impacto que tienen en nuestras vidas. Las cosas que experimentamos se silencian, se tapan y se olvidan para que no las veamos por lo que son. Sin embargo, el trauma se abre camino hasta lo más profundo de nuestro cuerpo y nuestra mente. Ocupa espacio y causa estragos como un virus informático oculto, hasta que un día todo es un caos.

Hace unos seis años, tenía problemas para dormir. De hecho, sentía terror por las noches. Oía ruidos extraños, pensaba que alguien entraba en mi casa y tenía miedo de conciliar el sueño. Esas noches de insomnio se prolongaron durante algunas semanas. La situación empeoró tanto que una noche dormí en mi armario porque el espacio reducido y la puerta de protección adicional me hacían sentir más segura. Cuando me desperté por la mañana en el suelo del armario, supe que mi vida estaba fuera de control y que algo iba realmente mal.

Nunca me había pasado. Siempre había dormido muy bien. ¿Por qué me sentía asustada, amenazada, insegura, indefensa y temerosa? ¿Y por qué sentía rabia, resentimiento y tristeza al mismo tiempo?

En medio del dolor, no debemos limitarnos a eliminar el trauma, sino sustituirlo por nuevas experiencias que alimenten el alma.

Poco antes de este incidente, obtuve la certificación como coach del Proceso de Vida Cuántica. Esta es una metodología de trabajo de sombra integral que entrelaza las investigaciones más recientes de diversos campos científicos y tradiciones de sabiduría antiguas. Enseña que lo que estamos viviendo es siempre el resultado de algo más profundo, que suele tener sus raíces en el pasado. El proceso incluye una hoja de trabajo estructurada que te guía en el análisis de tus desencadenantes y en la elaboración de una nueva historia para la sanación.

Durante mi experiencia con el Proceso de Vida Cuántica, descubrí sentimientos relacionados con un incidente traumático que había enterrado tan profundamente que lo había olvidado. Cuando tenía 18 años, me vi implicada en un tiroteo desde un coche. Estaba sentada fuera cuando dispararon a un joven vecino. Lo único que recuerdo con claridad es cuando me arrodillé junto a su cuerpo, que sangraba profusamente, cuando llegó la ambulancia y los paramédicos salieron lentamente, riendo y hablando con tranquilidad. Recuerdo que me dio rabia que se tomaran la situación a la ligera. Colocaron el cuerpo del joven en la camilla sin cuidado y con brusquedad. Rememoro que lloré y les grité que se trataba de una persona, no de un trozo de carne. Había rabia y dolor entretejidos en este tapiz de trauma. No recuerdo lo que pasó después. Solo sé que ese chico murió y que nunca volví a hablar del incidente con nadie.

Descubriendo traumas que no han sido tratados

Mi terror nocturno era una respuesta a un trauma no resuelto. Había habido una epidemia reciente de jóvenes asesinados por la violencia armada en Chicago que creó la tormenta perfecta para hacer aflorar mi antiguo dolor. De hecho, había asistido al funeral de uno de esos jóvenes asesinados. Con el apoyo de mi coach, pude identificar el desencadenante, hacer el duelo y reinterpretar la historia, encontrando finalmente la libertad en mi vida, y recuperando el sueño tranquilo.

El cuerpo y la mente son un misterio. La sanación aparece en los momentos menos esperados y de las formas más extrañas. Cuando atraviesas una enfermedad inexplicable, depresión, miedo o cualquier otra manifestación física o mental, a menudo se presenta la oportunidad de profundizar. El camino hacia la sanación puede ser lento, difícil y confuso, ya que todo se está revelando para tu grandeza y tu bien más elevado. La maestra del Nuevo Pensamiento Emma Curtis Hopkins nos recuerda: “También esto es bueno, también esto es Dios, también esto es para mí, y reclamo ver la bendición”.

Te invito a cultivar paciencia y fe mezcladas con una profunda dosis de valor y determinación. ¡Que encuentres la sanación!

Práctica

En primer lugar, busca apoyo de personas, profesionales u organizaciones. En segundo lugar, ten el valor de intentar algo nuevo y salir de tu zona de confort. He aquí algunas ideas:

Prueba el Proceso de Vida Cuántica, la terapia EMDR, la terapia cognitiva u otra terapia conversacional.

Participa en técnicas de trabajo corporal para ayudar a restablecer tu sistema nervioso. Estas terapias incluyen la terapia somática corporal, el EFT (tapping), la atención quiropráctica intuitiva, el masaje o yoga basados en el trauma y el masaje sacro craneal.

Explora antiguas prácticas orientales como la acupuntura, el reiki, el qigong y el yoga nidra como poderosas herramientas para restablecer la armonía.

Experimenta las técnicas sanadoras indígenas tradicionales como las ceremonias de fuego, de cacao, de medicina vegetal y de cabañas de vapor. Todas estas prácticas, según mi experiencia, ofrecen un portal realmente poderoso para la transformación.

Abraza la felicidad plena. En medio del dolor, no debemos limitarnos a eliminar el trauma, sino sustituirlo por nuevas experiencias que alimenten el alma. Asiste a un espectáculo de comedia, deléitate con actividades al aire libre, baila como si nadie te observara o canta a todo pulmón tu canción favorita. Activa tus sentidos para crear nuevos caminos hacia la felicidad. Disfruta del proceso de sanación.


Este artículo apareció por primera vez en el folleto de Unity Diferentes maneras de sanar.

Acerca del autor

La Rev. Christina Garza es la ministra principal de Unity de Nashville. Se graduó y se convirtió en ministra licenciada a través de la Escuela Ministerial Urbana de Unity en Detroit, Michigan en 2018 y fue ordenada por los Ministerios Mundiales de Unity en junio de 2019.

La Rev. Christina Garza

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