Todos tenemos momentos en la vida en la que sentimos que hemos explorado todas las posibilidades para resolver una situación sin éxito. He observado en mi experiencia personal y ministerial que, cuando nos sentimos así, generalmente estamos dando vueltas constantemente a las ideas y la mente no puede descansar. Podrías preguntarte: “¿Cómo voy a descansar mi mente con esta situación? No estaré en paz hasta que no la resuelva”. Sin embargo, ahí frente a ti está la solución; simplemente, la tienes en el orden equivocado.

Te propongo ocuparnos en lugar de preocuparnos. Cuando digo que tienes la solución frente a ti, es tan simple como decir: Estaré en paz y permitiré que se resuelva, en lugar de: No estaré en paz hasta que la resuelva. Claro, es más fácil decirlo que hacerlo, dirás, la verdad es que cuando lo hagas, verás lo simple que verdaderamente es.

La mente siempre es creadora

Te invito a considerar la idea de que la mente es siempre creativa, no a veces, sino siempre. Mientras estás preocupado por una situación, la mente no puede ocuparse de ella. Yo creo que los supuestos problemas tienen hijos, nietos, biznietos. Es decir, toda una cantidad de posibilidades no necesariamente positivas que emergen cuando nos concentramos en la idea del problema.

En toda supuesta situación, llega un momento en que descubrimos que en realidad no hay nada más que hacer; no podemos controlarlo todo. Es en ese momento muy individual y personal cuando te rindes a lo Divino.

1. Aquiétate

Es como el que está tratando de no ahogarse moviendo desesperadamente sus brazos y de repente se da cuenta de que lo único que tiene que hacer es aquietarse y su cuerpo flotará naturalmente. Lo mismo ocurre cuando necesitamos soluciones. Lo primero es aquietarnos.

Todas las respuestas están en ti y en mí, presentes, y disponibles, pero nos cegamos con nuestras ideas de cómo, cuándo y dónde debería estar la solución. Si permitimos que la luz brille, podremos ver con claridad, pero para eso, hay que limpiar el espacio mental entregándonos al silencio.

Nos aquietamos cuando, con humildad y un verdadero sentido de entrega, nos volvemos receptivos a ese algo indescriptible que a mí me gusta llamar la divina presencia o, como le llamaba el cofundador de Unity, Charles Fillmore, el Dulce Espíritu de la Verdad.

Filipenses 4:6-7 nos recuerda “No se preocupen por nada. Que sus peticiones sean conocidas delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y que la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guarde sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús”.  Recuerda esta gran Verdad: dondequiera que estes, Dios está ahí, en ti y todo está bien.

2. Pide guía

Desde ese espacio de paz, el próximo paso es pedir guía, sabiendo con gratitud que recibirás. La guía “…que viene de lo alto es, ante todo pura, y además pacífica, amable, benigna, llena de compasión y de buenos frutos, ecuánime y genuina” (Santiago 3:17).

La guía se da de manera muy personal, es fácil de reconocer, aunque a veces nos gusta ignorarla porque la respuesta parece demasiado fácil o porque de repente no queremos verla. La guía puede venir a través de una canción, un encuentro interesante, un letrero o una persona que se presenta con la solución.

3. Espera por guía

Esperar por la guía es el tercer paso. Ten suficiente fe para esperar; después de todo, ya has agotado tus recursos personales sin éxito. Espera con entusiasmo y confianza.  En Mateo 7:7-8 se nos recuerda: “Pidan, y se les dará, busquen, y encontrarán, llamen, y se les abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe, y el que busca, encuentra, y al que llama, se le abre”.

Te sorprenderás de cómo esa divina presencia se expresa en tu vida con tanta facilidad cuando le abres el espacio. Deja que el bien en ti sea. Permite que se exprese en tu vida. Descansa en el conocimiento de que eres el bien amado y nada te falta. Deja a Dios ser Dios en ti, y tu vida será la aventura de amor, prosperidad, paz y sabiduría más interesante.

Acerca del autor

La Rev. Luzette Rivera-Diez es una ministra que participa activamente en la capacitación y acreditación de los ministros de Unity en español a tiempo parcial.

Rev. Luzette Rivera Diez

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