La mañana del 2 de octubre de 2017, mi esposa y yo íbamos de camino al aeropuerto de Las Vegas, todavía tratando de procesar lo que había ocurrido la noche anterior. A lo lejos podíamos ver la ventana del Mandalay Bay Resort & Casino que había sido destruida por el tirador que había disparado contra la multitud que asistía al festival de música country Route 91 Harvest. Justo a nuestro lado, a pocas cuadras de nuestra casa, estaba el lugar donde se había llevado a cabo el concierto al aire libre y donde los equipos de emergencia seguían investigando y limpiando.

En otro tiempo, esto podría haberse considerado una situación poco habitual, pero parece que en la actualidad todos tenemos una historia que nos relaciona con un tiroteo masivo de alguna manera. Para los que estamos en el camino espiritual, esto nos lleva a preguntarnos: ¿Por qué continúa ocurriendo tanta violencia y aparentemente en aumento en un mundo que se supone está evolucionando espiritualmente?”

Aunque ninguno de mis feligreses de Unity of Las Vegas se vio directamente afectado, nuestro equipo de oración estuvo disponible las veinticuatro horas del día para hacer frente al dolor colectivo que se sentía en la comunidad. Como era de esperar, la pregunta de ¿Por qué? estaba en sus corazones y mentes. Y fue esta pregunta la que abordé en mi charla del domingo siguiente, así como en las discusiones de grupo que siguieron al servicio. Ahora, permíteme compartir contigo el mismo mensaje que les reconfortó.

El mal comienza en la conciencia

Algunas tradiciones religiosas enseñan que el mal o el diablo son los culpables de sucesos como estos, dando a sus creyentes un claro adversario contra el que unirse. Pero en Unity no vemos las cosas de esa manera. Para nosotros, el tirador también es un hijo de Dios, como lo somos todos, y este tirador no está influenciado por una fuerza exterior como el mal sino por la conciencia.

Una de las muchas cosas que el cofundador de Unity, Charles Fillmore, dijo sobre el mal es: “El mal aparece en el mundo porque el hombre no tiene entendimiento espiritual. No ha aprendido que todo es Mente; tampoco se ha adaptado a la ley de esta, lo que da lugar a la falta de armonía en su persona y sus actos.”

El mal no es algo tangible, sino más bien la ausencia de Dios en una situación o la separación de Dios en una decisión. Es la conciencia individual y colectiva la que influye en nuestras acciones, y estas acciones determinan si nos alineamos con la Mente de Dios o no. Tenemos el libre albedrío dado por Dios para elegir, y como señala Fillmore, sin comprensión espiritual nuestras elecciones crean inarmonía a pequeña escala, lo cual puede convertirse en tragedia a gran escala.

Pero, en última instancia, esto no es más que un ejercicio mental si no trasladamos la conversación de la teología a la realidad de nuestra experiencia vivida. Estos tiroteos ocurren de verdad, personas reales sufren daños, y hay que hacer algo real al respecto.

Detener el ciclo de la tragedia

Tomando en cuenta lo que hemos visto hasta ahora, se podría concluir que cualquier tiroteo masivo o acto de violencia sin justificación es el resultado de una falta de comprensión espiritual. Fundamentalmente, hay un individuo que se siente desconectado, una desconexión que proviene de una falta de comprensión sobre su verdadera naturaleza como hijo de Dios. A menudo, no saben cómo enfrentar a su profunda y dolorosa sensación de desconexión y, por lo tanto, actúan desde ese dolor. Se podría decir que actúan desde la incomprensión espiritual.

Entonces, ¿cómo podemos poner en práctica esta toma de conciencia y romper el ciclo de desconexión y tragedia? Sencillamente, siendo más conscientes de quienes nos rodean y sufren.

Parece que en la actualidad todos tenemos una historia que nos relaciona con un tiroteo masivo de alguna manera. Para los que estamos en el camino espiritual, esto nos lleva a preguntarnos: ¿Por qué continúa ocurriendo tanta violencia y aparentemente en aumento en un mundo que se supone está evolucionando espiritualmente?

La vida es a menudo demasiado difícil para manejarla en solitario, y es necesario contar con una comunidad de personas afines que nos ayuden en nuestro viaje hacia la plenitud, y a la conexión con Dios. Por eso llevo mucho tiempo abogando por que la gente se reúna en comunidades de todo tipo, pero más concretamente en una comunidad espiritual. Al tener una comunidad espiritual, podemos ayudarnos mutuamente en nuestro crecimiento espiritual y ser más conscientes cuando alguien está en riesgo de desconectarse peligrosamente.

Tanto si nos enfrentamos a dificultades físicas, emocionales, relacionales o hasta mentales, estar rodeados de personas que nos conocen, nos quieren y están habitualmente con nosotros crean vallas protectoras en el camino. Podríamos considerarlos como los “parachoques de bolos” comunitarios que nos mantienen en el camino, sin desviarnos demasiado en una sola dirección, hacia el extremismo.

El poder de la comunidad

Jesús nos recuerda: “Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mateo 18:20). Cuando nos reunimos, se crea una energía poderosa, especialmente cuando buscamos la espiritualidad. Y si queremos sanar la epidemia de desconexión que impregna nuestro mundo actual, sobre todo con la llegada de tecnologías cada vez más aislantes, necesitamos estar presentes los unos para los otros y apoyarnos mutuamente en este viaje; escucharnos y mostrarnos empatía nos ayudará a mantenernos centrados ante las dificultades. Es en reuniones como estas donde no solo oramos unos por otros, sino que, en circunstancias extremas, también podemos recomendar ayuda profesional a aquellos que lo necesiten e incluso alertar a las autoridades si detectamos malas intenciones en alguien.

Los humanos estamos conectados a pequeñas comunidades, y durante miles de años ha sido una herramienta que nos ayuda a crecer y expandirnos como individuos y grupos. Así que, en estos tiempos de rápida digitalización de la experiencia humana, tenemos que ser aún más tenaces a la hora de preservar la auténtica conexión humana y el poder que conlleva reunirse.

Entonces, ¿cuáles son algunos pasos que podemos dar?

1. Empieza por pensar cómo incluso tus pequeñas acciones pueden contribuir inadvertidamente a la desconexión. Tal vez, en lugar de utilizar la facturación automática, opta por esperar en una fila para hablar con un cajero humano real, eligiendo la conexión en lugar de la comodidad.

2. Considera involucrarte en la acción social, siendo consciente de hacerlo con amor y comprensión.

3. Únete a una comunidad local de Unity o vuelve a involucrarte en la comunidad en la que te encuentres. No puedo enfatizar lo suficiente el poder y el impacto que proviene de pertenecer a una comunidad espiritual afín.

Aumentar nuestra comprensión espiritual no solo mejora nuestras vidas, sino que también afecta a la conciencia de los que nos rodean. Así que nuestros esfuerzos deben ser tanto externos como internos mientras trabajamos para abordar los problemas de la violencia en el mundo actual.

Acerca del autor

El Rev. Shad Groverland es presidente y director general de los Ministerios Mundiales de Unity, la asociación sin fines de lucro que apoya a los centros Unity de todo el mundo y forma a ministros y maestros de Unity.
Rev. Shad Groverland

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