La oración es la respuesta para las enfermedades que se creen incurables y los diagnósticos que se creen intratables.

Cuando me diagnosticaron como VIH positivo en 1988, debí cambiar mi comprensión de Dios y la sanación. Criado en la tradición católica, siempre entendí y usé la oración para pedirle a Dios lo que quería. Hoy, utilizo la oración afirmativa para cambiar mi conciencia y poder enfrentar y superar las situaciones que surgen.

Este cambio fundamental se produjo cuando comprendí que Dios no rehusaba darme salud a mí. Dios no me había dado la enfermedad como alguna prueba o un castigo divino. Después de todo, solemos decir que Dios es amor. Si eso es cierto, Dios continuamente me está colmando de salud y bienestar vibrantes. Solamente mis pensamientos, creencias y acciones pueden bloquear estas bendiciones divinas y causar mi malestar.

Rendirse al orden divino

Con esta nueva comprensión, comencé a ofrecer oraciones de entrega a la gracia y al orden divino de Dios. Sabía que, al liberar pensamientos de enfermedad, dolor e indignidad, podía aceptar el amor y la salud que son mi derecho de nacimiento.

Entonces cambié mis oraciones para que fueran de gratitud, viendo la presencia amorosa de Dios sanando y restaurando mi cuerpo y mente a la salud y la felicidad. Cada pequeño paso a lo largo del camino me permitió recibir cada vez más de los dones que Dios proporciona constantemente.

Absorbía las palabras de la Biblia de una manera nueva y sabía que mi cuerpo es un don divino, al igual que yo soy creado a imagen y semejanza de Dios. Busqué en mi mente e hice el trabajo necesario para liberar cualquier creencia de que yo era defectuoso o no merecía el amor de Dios.

En mis oraciones diarias, afirmé continuamente que los malestares y las enfermedades estaban abandonando mi cuerpo. Les agradecí a los ángeles por conducir a esas dolencias con suavidad y amor hacia la puerta de salida. Di gracias por la fortaleza, la resiliencia y la plenitud de mi cuerpo.

Con esta nueva comprensión, comencé a ofrecer oraciones de entrega a la gracia y al orden divino de Dios. Sabía que, al liberar pensamientos de enfermedad, dolor e indignidad, podía aceptar el amor y la salud que son mi derecho de nacimiento.

Días de oración afirmativa y de bienestar

Han pasado 32 años desde aquel diagnóstico, y nunca he tenido ninguna infección o enfermedad relacionada con el VIH. Más que eso, he ampliado mi práctica de la oración para que abarque todos los aspectos de mi salud y utilizo la oración afirmativa para evitar la gripe, los resfriados y otras enfermedades. Tomo días de bienestar para mantener mi cuerpo y mi mente sincronizados con el amor de Dios, y me perdono cuando mi atención se distrae con el miedo.

Por supuesto, tomo precauciones. Recibo tratamientos médicos y tomo medicamentos y me pongo vacunas porque sé que los médicos y la medicina son extensiones del amor de Dios. He estado usando mascarillas durante la pandemia del COVID-19 y animo a todas las personas a hacer lo mismo.

Es cierto que contraje VIH y que he tenido otras dolencias. Sé que no soy inmune a todas las enfermedades terrenales. Pero al mismo tiempo, sé que hay un Poder y una Presencia más grandes que cualquier enfermedad o diagnóstico, y utilizo la oración afirmativa para alinearme con su fortaleza.

Sé que estoy creciendo continuamente en mi comprensión y práctica de la oración. Desde las oraciones que sabemos de memoria hasta las inspiraciones que fluyen libremente, la práctica de la oración varía de una cultura a otra, de una religión a otra y de una persona a otra. Incluso así, la oración es lo que tienen en común todas las religiones.

Dondequiera que te encuentres en tu camino de fe, sé que también puedes usar el poder de la oración para sanar y transformar tu vida. ¡Sumérgete en ella!


Este artículo apareció por primera vez en el folleto de Unity El poder de la oración.

Acerca del autor

El Rev. Ken Daigle (él, lo) es el ministro principal de Unity San Francisco, en California.

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