Recuerdo la emoción de nuestro compromiso como si fuera ayer. El destello del anillo me dejó sin aliento, de tal manera que apenas podía hablar por las lágrimas de alegría. Todo a mi alrededor se sentía eléctrico.

El matrimonio es algo más que ritos, rituales, costumbres y ceremonias. Un matrimonio es una declaración viviente de la Verdad, el amor, un acto de fe en cada respiración.

Nuestra historia es el simple relato en el que un alma conoce a otra alma, que una persona introvertida se enamora de una persona extrovertida, la persona creativa siente intriga por la intelectual y la persona comediante encuentra consuelo en los brazos de la emprendedora. Nuestras prácticas espirituales se han expandido para incluir la integridad, la risa, la escucha, la sorpresa y la amistad. Encontramos armonía en el Silencio, verdad en una mirada robada y alegría bailando en la cocina.

Han pasado apenas 956 días desde nuestra boda en presencia de nuestra familia escogida. Fue un día memorable, lleno de risas, lágrimas, alegría y mucha música realmente buena. También fue el día en que mi vida y todo lo que surge de ella cambiaron para siempre, porque todo lo relacionado con el 22 de julio de 2018 fue una respuesta a la oración y un ancla para mis esperanzas y sueños.

¿Qué es el matrimonio?

Mientras estoy sentada en la tenue luz de mi oficina concentrando mis pensamientos, reconozco que el matrimonio es algo más que ritos, rituales, costumbres y ceremonias. Un matrimonio es una declaración viviente de la Verdad, el amor, un acto de fe en cada respiración.

Cada día ha sido una lección, una segunda oportunidad sagrada, una oportunidad para liberarnos de las ataduras de los precedentes y sentirnos libres en la actividad del Principio en nuestras vidas unidas. Ella y yo creemos que el poder de nuestras palabras, dichas en esa lluviosa tarde de domingo, se convirtió en la base de cada momento por venir. Lo que comenzó como un voto se ha convertido en una forma de ser que se vive en voz alta todos los días.

Las palabras “sí, acepto” no fueron solo una aventura nostálgica de una sola vez. Las palabras que compartimos se han convertido en el fundamento sobre el cual descansa todo lo demás de nuestra vida en común, ya que cada día es una oportunidad para hacer todas las cosas desde el amor y con amor, una y otra vez.

Viviendo los votos

La ceremonia del matrimonio nos ha enseñado a vivir desde las palabras que pronunciamos y a permitir que nos reconforten y nos recuerden siempre nuestra Verdad. El viaje de cada día ha sido una oportunidad divina para sanarnos, tenernos, sostenernos y honrarnos con todo lo que somos, en presencia del amor puro.

Vivimos, nos movemos y encontramos nuestro ser en la actividad del Principio, en aquello que decimos. Celebramos a diario el hacer y deshacer divino de lo que más importa en cada momento. Las palabras de nuestras oraciones silenciosas nos unieron, celebraron nuestra unión y entrelazaron nuestras vidas.

Nuestra historia se trata de recordar siempre el “sí, acepto” en la práctica de vivir mientras nos esforzamos por ser quienes somos, confiamos en el poder dentro de nosotras y nos aferramos una a la otra cuando el suelo se mueve bajo nuestros pies. No importa qué, aún digo “sí, acepto”.


Este artículo se publicó por primera vez en el folleto de Unity El espíritu de la familia.

Acerca del autor

La Rev. Kathy Beasley es ministra de Central Florida Center for Spiritual Living en Orlando y directora del Ministerio de Oración de Unity.

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